La medicina tradicional china (MTC), y concretamente la acupuntura es la medicina más antigua de la humanidad. Sus orígenes datan de hace más de 5300 años.
Surge en la antigua China como consecuencia de las especiales características de observación de los pueblos orientales. Sus enseñanzas básicas están contenidas en el NEIJING: “Libro de lo interno del Emperador amarillo”. Las afirmaciones y observaciones de este texto siguen siendo corroboradas constantemente en la actualidad, razón por la cual nos hace afirmar la validez de sus postulados.
La acupuntura es en su origen una medicina preventiva. En la antigüedad el médico cobraba de sus pacientes cuando éstos estaban sanos y cuando enfermaban era él el que se hacía cargo de los gastos generados por su enfermedad. Igualmente cuando fallecía un paciente sin estar justificada la causa en relación con la gravedad de la enfermedad, se colgaba en la puerta del médico un farol, de tal forma que todo el mundo podía conocer su nivel de competencia.
En el Neijing se dice: “el médico que cura cuando aparece la enfermedad es mediocre, el que lo hace al comienzo de los primeros síntomas es aceptable, el que lo hace antes de que aparezcan es excelente”.
La acupuntura es introducida en Europa sobre el siglo XVIII a través de los misioneros jesuitas, que, sorprendidos del nivel de salud y resolución de enfermedades que habían observado, deciden estudiarla y profundizar en estos ancestrales conocimientos.
La década de 1970 fue testigo de la llegada a España de esta medicina milenaria, que ya se empleaba desde hacía años en Francia y Alemania, entre otros. La organización mundial de la salud (OMS) ha reconocido los efectos positivos de la acupuntura en un importante número de enfermedades, lo que supone un impulso hacia su total aceptación en la comunidad médica.
Pero la MTC no es sólo eficaz en la prevención, sino que también es muy efectiva en la curación de las enfermedades.
Nuestra experiencia nos dice que la mayoría de los pacientes sufren enfermedades crónicas y acuden a la acupuntura cuando la enfermedad ya ha evolucionado mucho y, a veces, como buscando una salida que la medicina convencional no les ha podido solucionar. Hay que indicar, que en una cierta cantidad de estos casos, se consigue una mejoría evidente, si bien los tratamientos deben ser más largos.
El fundamento de la acupuntura se confunde con el origen, desarrollo y génesis del universo. Hoy día, las nuevas teorías de la física cuántica se aproximan a los conceptos básicos de la acupuntura, profundizando en el concepto de la “energía”, que es la base de todo.
La diferencia entre un ser vivo y uno fallecido de pocos minutos, es como que algo se ha ido, un hálito, un soplo. De momento todos sus órganos se mantienen, pero la fuerza vital que los animaba ya no está. Esa fuerza vital que anima la estructura es lo que los chinos llaman el “QI”, el soplo, que es una proyección de la energía del cosmos y que anida en nosotros a través de nuestros padres que ceden su material genético.
Después del nacimiento, esa energía se va desarrollando y se forma un entramado de canales por los que dicha energía va transcurriendo y se proyecta también en órganos y entrañas, formando una gran red de circuitos energéticos que nos permiten estar en armonía con el medio ambiente.
En el transcurso de estos canales, la energía va deteniéndose en determinados lugares, que son los puntos de acupuntura, que tienen una función específica, muchas veces determinada por su propio nombre como por ejemplo “pupila clara”, o bien por el canal y la función a la que pertenezca.
Para la MTC los órganos tienen otras funciones además de las conocidas. Por ejemplo, los riñones además de intervenir en la formación de la orina expanden su función al mantenimiento de los huesos, del pelo, de los dientes, de la audición, y de determinados aspectos del psiquismo, en este caso, de la responsabilidad y de la voluntad. Es decir que si hay un déficit de energía en los riñones la persona puede estar temerosa y abúlica.
Y así ocurre con los demás órganos: corazón, bazo, hígado y pulmón.
Por otra parte el hombre estaría formado por tres tipos de energías: energía ancestral que correspondería a la herencia tanto de los antepasados como de especie, energía nutricia proveniente de la respiración y de la alimenteción, y la energía defensiva que se encarga de defender nuestro organismo tanto de los agentes externos (por ejemplo, el viento o el frío), como de nuestras contradicciones internas, ya que tiene un importante papel en la homeostasis de nuestro psiquismo.
Básicamente, la acupuntura refuerza las defensas naturales, estimula la propia energía vital induciendo al organismo a recuperar la armonía perdida, actuando a través de unas finas agujas, digitopresión, o aplicación de calor, sobre los puntos de acupuntura.
Existen evidencias, corroboradas a través de trabajos científicos, de que la acción de la acupuntura modifica determinados mediadores neuroquímicos que intervienen en las reacciones bioquímicas del organismo, como por ejemplo el aumento de los niveles de endorfinas y serotoninas en determinados núcleos del cerebro, lo cual ayuda a disminuir el dolor, la inflamación, fortalecer el sistema inmunológico o reforzar el psiquismo.
En MTC se utiliza la observación del color de la tez, en la cual se proyecta la energía. La palpación del pulso, el tono de la voz, sus preferencias a nivel de sabores y colores. Y todo esto apoyado en una historia clínica que sirve para comprender cómo ha sido ese proceso de enfermar.
Si el hombre es una materialización de una energía, se puede actuar ante cualquier alteración de las mismas. Por tanto se puede aplicar en cualquier afección. Sus límites vendrán dados en primer lugar por el acupuntor, en segundo lugar por el tipo de enfermedad y finalmente por la situación personal del paciente: edad, circunstancias, sexo, etc.
Por nombrar algunas indicaciones más conocidas:
La OMS ha elaborado una extensa lista de diferentes enfermedades que pueden ser tratadas con acupuntura.
¿Qué se siente al recibir acupuntura?
La acupuntura, por regla general, no es dolorosa. Se implantan unas finas agujas estériles y se dejan puestas entre 10 y 15 minutos. Mientras tanto, el paciente va sintiéndose cada vez más relajado, sin llegar a perder en ningún momento la consciencia.
En los niños no se dejan puestas, sino que se hace una puntura rápida.
En principio, la acupuntura no tiene contraindicaciones, ni siquiera los pacientes anticoagulados. Tampoco es un obstáculo la edad. Precisamente los dos extremos de la vida, niños y ancianos, responden especialmente bien al tratamiento.
Tampoco existen incompatibilidades con los tratamientos médicos que, simultáneamente, se puedan estar recibiendo.
El número y frecuencia de las sesiones de acupuntura varía según la enfermedad y el paciente. Lógicamente, en enfermedades agudas (por ejemplo un esguince), puede que con 2 ó 3 sesiones sea suficiente.
En los casos en los que la enfermedad está más arraigada se puede necesitar un mínimo de 12 a 15 sesiones, una o dos a la semana, aunque no existe un número máximo de sesiones y el progreso debe ser evaluado periódicamente.
Sólo queda incluir que, durante la primera visita, se realiza la historia clínica del paciente, mediante entrevista en la consulta, y posteriormente se comienza la primera sesión del tratamiento.